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a ASES,

la dicha de contemplar en París, durante muchos años, el cuadro del Ticiano que representa la muerte de Pedro el mártir, asesinado en un bosque por un albigense, en presencia de otro religioso de la órden de los Dominicos (19). La forma y el follaje de los árboles, el azulado lontananza de las montañas, la armonía general de la sombra y de la luz, todo revela en esta composicion perfectamente sencilla la profunda emocion del pintor, dejando una impresion solemne de severidad y grandeza. El sentimiento de la Naturaleza era tan vivo en Ticiano, que no solo en sus mas graciosas composiciones, tales como la voluptuosa Venus que adorna la galería de Dresde, sino hasta en los cuadros de un género mas severo, como por ejemplo, en el retrato de Pedro Aretino, parece que al pintar el cielo ó el paisage que constituye el fondo de los cuadros, tenia á la vista los objetos que reprodujo. Annibal Carrache y el Dominiquino en la escuela bolonesa han dado á sus obras el mismo carácter de elevacion. 51 bien el siglo XV fué la época mas brillante de la pintura histórica, hasta el siglo XVII no florecieron los grandes pintores de paisage. A medida que se conocian mejor y se observaban con mas atencion las riquezas dela Naturaleza, el dominio del arte 1ba ensanchándose; y por otra parte se perfeccionaban de dia en dia los procedimientos materiales. Poníase mas cuidado en dejar aparecer al esterior las disposiciones del alma, llegando á darse de esta manera á las bellezas naturales una espresion mas dulce y mas tierna, á medida que se ¡ba aumentando la seguridad de la influencia que el mundo esterior ejerce sobre nuestros sentimientos. El efecto de esta escitacion es producir lo que constitu ye el fin de todas las artes, ó sea, la transformacion de los objetos reales en imágenes ideales; y es engendrar en nuestro interior una calma armoniosa que sin embargo no carece de espresion. Nuestra alma no puede escapar á estas emociones, siempre que nuestras miradas penetran