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acompañandole al despertar, y ayudándole á sostenerlo por detrás, hasta llegar á la balanza. Como la Caá-Yarí es invisible para todos, menos para él, se sube sobre el rairo, aumentando así su peso, al entregarlo. De esta manera la ganancia del minero es mayor, pues trabaja á tanto la arroba.

Pero, pobre del minero que le sea infiel con otra mujer! La Caá-Yarí despechada no perdona, mata.

Y cuando algun minero guapo muere en los yerbales de cualquier enfermedad, si él ha sido de carácter taciturno, por compañeros se susurran al oido: Traicionó á la Caá-Yarír La Caá-Yarí se ha vengado[1]!

Esta leyenda, mezcla de profano y de sagrado, salta á la vista que, en su origen, no debió ser así, pues la primera parte ha de haber sido agregada posteriormente.

El bosque se presta para las leyendaş, y raros son los países en que abunda, que no posean algunas, y hasta una misma se modifica muchas veces de provincia en provincia, como, por ejemplo, esta de la Caá-Yarí, que en el Brasil toma el nombre de Caá-Pora, que sin variar el nombre, sufre modificaciones considerables, según las distintas regiones.

Juan B. Ambrosetti.
  1. Inútil es decir que el que tiene pacto con la Caá-Yarí, guarda el más profundo secreto.


HAMLET

 Allá vá..... mudo y triste en la suprema
Lucha que agita pensamiento insano,
Pertinaz pensamiento que inhumano
Ciega sus ojos, y su frente quema.
 Ser ó no ser, terrible es el problema,
Y él quiere penetrar tan hondo arcano;
por eso estruja con crispada mano
El libro aquel, de su venganza emblema.
 La que yace á sus piés blanca guirnalda
Por el amor tejida, se deshoja;
Su negra capa flota por la espalda....
 Ruge su pecho de odio y de congoja:
Mata, y sucunbe al fin en sangre envuelto.
¡El problema fatal está resuelto!

Luis G. Urbina.