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BALADA RUSA
(Versión de M. Castilla Portugal)

A Amelia D. de C. P.

Quería tanto á su Nora, que no podia estar un día sin verla, y ella amaba de tal suerte á su Iván, que para enviarle una sonrisa y un beso en la punta de sus lindos dedos, cuando acertaba á pasar, permanecía constantemente ocupada en su trabajo, delante de la ventana en el caserón, triste y sombrío.

En el caserón triste y sombrío, la ventana por donde veia pasar á Iván, se oscureció un día, porque el invierno llega presto en Rusia, y llenando los vidrios de arabescos de escarcha, destruyó toda su dicha; pero Nora hacia derretir los arabescos de escarcha con su aliento ó escribía en ellos el nombre de sus pensamientos.

Escribía el nombre de sus pensamientos tan amenudo, que su padre sorprendió el secreto, y en la noche, á pesar de la nieve y el frío, llevó á su hija al confín de las estepas de la Finlandia. De suerte que el día siguiente, en lugar del rostro delicioso de Nora, rodeado de los arabescos de escarcha, no vio Iván sino una ventana cerrada.

No vio sino una ventana cerrada el día siguiente y los sucesivos; entonces, lleno de angustia se dirigió á la hechicera