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+ La mujer es un hombre frustrado, un ser ocasional (Santo Tomás) KK gg A KÑ0$0OKX$ÁÉe—

hijos, ¿puede acaso continuar siendo una tarea —obligación o gusto— que a cada una concierne por separado, que a toda mujer define sin más?

Imbuidas de hogar, las Madres se ven arrojadas a la dura realidad de la lucha de clases, del asesinato legal, del robo obligatorio, digno, y legitimado por el Estado. Se ven arrojadas a un mundo hostil y extraño. Y este extraño, hasta ahora ajeno mundo de lo político- ial les devuelve su imagen como un sejo deformado. “Nos parecía reibie —relatan—. Ellos mismos an- de ser secuestrados, nos decían y rtian de las atrocidades que los mi- 's eran capaces de cometer. Pero ras pensábamos que eran exage- aciones de los chicos. ¿Por qué los iban acer desaparecer? ¿Para qué se lle- aban a un niño de 12 años? (“Historia le Madres [2], Periódico Madres de Piaza de Mayo, N? 3, febrero de 1985).

Era increíble: la sociedad en pleno, cu- 30 núcleo básico era la célula familiar, de =2 cual la imadre era santo centro, las hazaba. FF.AA., Iglesia, dirigentes po- cos, prensa y TV, intelectuales, les ne-

Zaban su búsqueda, su propia identidad: 2: ser madres. No sólo repelían sus recla- mos, sino que las evitaban, las acosaban, las perseguían.

Fuera del hogar, los sentimientos, los valores eternos, la esencia natural del ser humano, aparecían trastrocados como si una siniestra mano hubiera cubierto abso- lutamente todo, quedando como único re- ducto la familia individual, el mundo chi- co. Sin embargo, es en este lado del mun- do, el inesperadamente corrupto, el mun- do social, donde se encuentra la punta del ovillo que lleve a desenmarañar esta ma- deja, un desbarajuste, la relación entre el

8 mundo público y el privado, su armoniosa









comunión de valores hecha trizas en el choque entre “lo natural”” y “lo político””.

Lo personal es político, dice un con- sabido eslogan feminista. La política —una suma de relaciones sociales— no se reduce a la esfera de las relaciones del mundo público, sino que impregna profundamente el mundo privado. La relación política entre dos miembros de ' una comunidad política no es meramen- te la relación entre dos militantes, sino también la relación entre un hombre y una mujer, un par de amigos, etc. Un pensamiento político que excluya como dimensión práctica y/o teórica la crítica de la vida cotidiana, de la afectividad y las relaciones humanas, de los roles “naturales” y la discriminación sexual, es un pensamiento ideológico, encubri- dor. Ya que la ausencia de crítica al sis- tema de valores dominantes —enraiza- do en todas sus clases, aunque sólo con- venga a las dominantes— en una so- ciedad, implica de hecho aceptarlo y reproducirlo.

Aquí aparece nuevamente la para- doja. Las Madres, en su lucha por la aparición con vida de sus hijos, también hicieron de lo personal, un hecho políti- co. Sin embargo, es claro que, lejos de partir de un cuestionamiento de su con- dición de mujeres, de su propia identi- dad, su punto de partida fue, en inverso movimiento, la afirmación, la defensa a ultranza de su “rol natural” lo que las llevó a la política. Su derecho a ser madres las nuclea como Movimiento, les provee su identidad.

Una historia secular atestigua el significado valioso de la “mujer-madre” para las clases dominantes. Y constitu- ye la base de identidad de las Madres, indiscutida vanguardia en la lucha