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Carmen de Burgos

una estrella que no viesen brillar los mortales... ¡La quería tan pura que temía que mi pensamiento la manchara al desearla!... y la veía caida en medio de la calle... envuelta en el fango... Tenme lástima amigo mio, compadéceme... Así deben sufrir los condenados... La adoraba y en algunos instantes sentía impulsos de matarla...

Eugenia notó mis frecuentes salidas... las noches enteras pasadas fuera de casa. Ella sufría, estaba pálida y sus ojos se iluminaban con resplandor siniestro.

—Emilio—me dijo un día—; hace cinco años que estoy á tu lado y puedo decir que cinco años que nací.

Tú me has educado; tú has desplegado ante mis ojos las páginas de una vida que no conocía, tú eres 'para mí mi padre... madre... patria...