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VII
INTRA VULNERA TUA ABSCONDIME
La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios; mi conciencia
clamaba sin cesar: Eres muy malo!
Después, la dicha me libró del cieno;
un rayito de sol doró mi frente,
y sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia: Eres muy bueno!