Página:Amalia - Tomo I (1909).pdf/105

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 101 —

www.

—Yo sirvo á Vuecelencia, porque Vuecelencia es la federación, y también su hija doña Manuelita.

—Vaya, busque á Merlo; no quiere más vino?

Ya he tomado suficiente.

—Entonces vaya con Dios—y extendió el brazo para dar la mano á Cuitiño.

—Está sucia—dijo el bandido vacilando en dar su mano ensangrentada á Rosas.

—Traiga, amigo; és sangre de unitarios.—Y, como si se deleitase en el contacto de ella, Rosas tuvo estrechada entre la suya, por espacio de algunos segundos, la mano de su federal Cuitiño.

—Me he de hacer matar por Su Excelencia.

—Vaya con Dios, Cuitiño.

Y mientras salía del cuarto, con una mirada, llena de vivacidad é inteligencia, midió Rosas aquella guillotina humana que se movía al influjo de su voluntad terrible, y cuyo puñal, levantado siempre sobre el cuello del virtuoso y del sabio, del anciano y del niño, del guerrero y de la virgen, caía, sin embargo, á sus plantas, al golpe fascinador y eléctrico de su mirada. Porque esa multitud obseura y prostituida que él había levantado del loro de la sociedad para sofocar con su aliento pestifero la libertad y la justicia, la virtud y el talento, había adquirido desde temprano el hábito de la obediencia irreflexiva y ciega, que presta la materia bruta en la humanidad al poder físico y á la inteligencia dominatriz, cuando se emplean en lisonjearla por una parte y evasallar por otra.

Ciencia infernal cuyos primeros rudimentos los enseña la Naturaleza, y que las propensiones, el cálculo y el estudio de los hombres, complementen más tarde. Ciencia única y exclusiva de Rosas, cuyo poder fué basado siempre en la explotación