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Eduardo, pero hay ciertas cosas en que yo valgo cien veces más que tú. Déjame hacer. ¿Tienes al:

go especial que recomendarme?

—Nada. ¿Has hecho que tu prima se recoja?

Adiós ya empezamos á tener cuidados por mi prima?

—Loco!—dijo Eduardo sonriendo. — Véle y consérvate para mi cariño.

Hasta mañana !

— Hasta mañana!

Y los dos amigos se dieron un beso, como dos hermanos.

Daniel hizo señas á Pedro y á Fermín, que permanecían en un rincón del aposento, y salió al patio con ellos.

—Fermín: toma esa caja de madera del doctor, y tén listos los caballos. Pedro: dejo al cuidado de mi prima la asistencia de Eduardo, y dejo confiada al valor de usted la defensa de su vida, si sobreviniese algún accidente. Puede ser que los que asaltaron & Eduardo sean miembros de la Sociedad Popular, y puede ser también que algunos de ellos quieran vengar á los que ha muerto Eduardo, si, por desgracia, supiesen su paradero.

—Puede ser, señor, pero á la casa de la hija de mi coronel no se entra á degollar á nadie, sin matar primero al viejo Pedro, y para eso es necesario pelear un poco.

Bravo! asi ne gustan los hombres—dijo Daniel, apretando la mano del soldado.—Cien como usted, y yo respondería de todo. Hasta mañana, pues. Cierre usted la verja y el portón, cuando hayamos salido: hasta mañana 1 1 ¡Hasta mañana, señor!