Página:Amalia - Tomo I (1909).pdf/69

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 65 —

— do, con esa entonación perezosa, habitual en los hijos del campo.

Y sobre todo—continuó Daniel,—el servicio va á ser terrible. Es probable que el ejército tenga que andar por toda la República, y tú no estás acostumbrado á tales fatigas. Has nacido en la estancia de mi padre y te has criado á mi lado con todas las comodidades posibles. Yo creo que nunca te he dado que sentir.

—¡Qué sentir, señor —dijo Fermín con lágrimas en los ojos.

—Te tengo á ini servicio inmediato, porque deposito en ti una completa confianza. Tú eres, en mi casa, el ano de mis criados, gastas cuanto dizero quieres, y yo creo que nunca te he reconvenido, no es verdad?

—Es verdad, señor, —Nunca hago venir un caballo para mí, sin pedir á mi padre otro para Fermin, y hay pocos hombres en Buenos Aires que no tengan envidia de los caballos que montas. Asi es que tendrías que sufrir mucho si te separasen de mi lado.

—Yo no sirvo, señor. Primero me hago matar que dejarlo a usted.

Y te harías matar por mí en cualquier trance apurado en que yo me encontrage?

Y cómo no, señor?—contestó Fermin con el acento más cándido y sincero de un joven de dicciocho años, y que tiene en su pecho eso conciencia do su valor que parece innata a los que han respirado con la vida el aire de la Pampa.

—Así lo creo—dijo Daniel, y si yo no hubiese penetrado en el fondo de tu corazón haco mucho tiempo, sería bien digno de una mala fortuna, porque los tontos no deben conspirar.

AMALIA 5. TOMO 1