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Ana Karenine

y vanidoso?—añadió.

—¿Y qué se ha hecho de Bousoulkof?

—¡Ah! Bousoulkof es toda una historia—contestó Petritzky.

—Ya conoces su afición á los bailes; no pierde uno solo de los de la corte, y, últimamente, lleva su casco nuevo. ¿Has visto estos cascos? Sientan muy bien, son muy ligeros, y....

Pero escucha la historia.

—Ya escucho—repuso Wronsky, frotándose el rostro con la tohalla.

—Una gran duquesa iba del brazo con un embajador extranjero, y desgraciadamente la conversación recayó sobre los nuevos cascos. La dama ve á nuestro amigo de pie luciendo el suyo, y ruégale que se le enseñe, pero mi amigo permanece inmóvil. ¿ Qué significa aquello? Sus compañeros le hacen señas para que atienda á la petición; mas no da un solo paso, y hasta parece una estatua. Al fin se le quieren quitar de la cabeza, pero él rechaza á los que se acercan, y por último se descubre y le presenta á la duquesa. « He aquí el nuevo modelo »»—dice la dama devolviendo el casco; pero de pronto se ven caer del mismo varios objetos: son peras, confites y dos libras de caramelos, las provisiones del pobre muchacho.

Wronsky se desternillaba de risa, y durante largo tiempo, aun hablando de otras cosas, reiase si recordaba lo del casco.

Una vez conocidas las noticias del día, Wronsky se puso el uniforme con el auxilio de su ayuda de cámara, y fué á presentarse en la Plaza; quería ir después á casa de su hermano Betzy, y hacer varias visitas á fin de poder presentarse en la sociedad frecuentada por los Karenine. Según se practica siempre en San Petersburgo, salió de su casa con intención de no volver hasta altas horas de la noche.