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Líricos castellanos.

Poséme a la sombra de un arbor fermoso.
Yaçiendo a la sombra perdi todos cuidados,
Odí sonos de aves dulçes e modulados:
Nunqua udieron omnes organos mas temprados,
Nin que formar pudiessen sones mas acordados.
Unas tenien la quinta, e las otras doblaban,
Otras tenien el punto, errar non las dexaban,
Al posar, al mover todas se esperaban,
Aves torpes nin roncas hi non se acostaban.
Non serie organista nin serie violero,
Nin giga nin salterio, nin manoderotero,
Nin instrument nin lengua, nin tan claro voçero,
Cuyo canto valiesse con esto un dinero.
Peroque vos dissiemos todas estas bondades,
Non contamos las diezmas, esto bien lo creades
Que avie de noblezas tantas diversidades,
Que non las contarien priores nin abbades.
El prado que vos digo avie otra bondat:
Por calor nin por frio non perdie su beltat,
Siempre estaba verde en su entegredat,
Non perdie la verdura por nulla tempestat.
Manarnano que fuy en tierra acostado,
De todo el laçerio fui luego folgado:
Oblidé toda cuita, el lacerio passado:
Qui alli se morasse serie bien venturado!
Los omnes e las aves quantas acaecien,
Levaban de las flores quantas levar querien;
Mas mengua en el prado ninguna non façien:
Por una que levaban, tres e quatro naçien.
Semeia esti prado egual de paraiso,
En qui Dios tan grant graçia, tan grant bendiçion míso:
El que crió tal cosa, maestro fue anviso:
Omne que hi morasse, nunqua perdrie el viso.
El fructo de los arbores era dulz e sabrido,
Si don Adam oviesse de tal fructo comido,