MARÍA TRÁNSITO CAÑETE DE RIVAS JORDÁN
COMO EL AGUILA
Envidiosas del águila que altiva, cuando despunta el alba,
hiende los aires, llega hasta la cumbre de las altas montañas,
y en el azul espacio se sumerge, excelsa soberana
de esa altura infinita y misteriosa que los ojos no alcanzan;
quisieron las serpientes que pululan, y medran, y se arrastran
en la obscura maleza de las selvas o entre la hojarasca,
llegar hasta la cumbre donde el ave tenía su morada,
para morder las alas triunfadoras y abatir su pujanza;
y fueron, arrastrándose, a la altura; mas, viéronse burladas
sus ansias de reptiles. En los aires elevábase, rauda,
el águila que al mismo sol, de frente orgullosa miraba,
sin pensar en las ruines sabandijas tendidas a sus plantas.
¡Cuántas veces también entre las sombras de la maldad humana
se persigue al espiritu potente que sobre el vulgo se alza!
Pero es vano el afán de las serpientes: para dar caza al águila
no es bastante arrastrarse, necesítase tener también sus alas...
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