JOSEFINA CROSA
EL HALLAZGO
¡Coincidimos al fin! Veinte años largos de infatigable búsqueda y espera. ¡Veinte años con sus días y sus noches equivocando sendas!
Oteándote en los vientos que traían rumores de florestas
y que agitaban mis ansias
con promesas de fiestas.
¡Veinte años, sí viajero, veinte años presintiéndote en cada primavera!
¡Pero llegaste al fin! ¿Dime qué suerte te guió hasta mi puerta? ¿Qué invencible y poderosa fuerza
fué la que unió en la hora venturosa nuestras opuestas sendas?
¿Acaso fuiste tú? ¿Quizá... yo misma? ¿Fueron las almas? ¿Mis pupilas negras nerviosas y magnéticas?
¿Un temblor de mi carne, traicionero filtrándose en tus venas?
¿O bien fueron las ansias de entregarme las que te develaron mi presencia?
¡Ah! ¿No es así?... Entonces no me digas una sola palabra; ¡ya comprendo! Amigo de mis éxodos lejanos,
¡lo que más nos unió fueron las penas!
AUTORREPROCHE
Alma, ¡ten juicio! ¡Echaron tus locuras sombras espesas sobre mi camino y por más que ando y ando, sólo obscuras sendas tropiezo sin hallar destino!