SILVIA FERNÁNDEZ
Muy luego el que es tu imagen aparece, Brindando al suelo su calor amigo.
Y mi deseo crece,
Y esperándote sigo...
Llega después, a su mitad, el día,
Y es todo un haz de claridades puras, Y yo estoy, todavía Porque no te hallo, a obscuras...
Viene la tarde... que te anuncia pienso, Y preparo, queriendo amable serte,
La mirra y el incienso.
Y aun no logro verte...
Luego reina la noche ¡sin clemencia!
¡Ni aun tu sombra en sus sombras ver consigo! ¡Cómo mata la ausencia Del celestial amigo!
DULCE CERTEZA
Yo sé que allá en el paraíso existe Un corazón sin límites, honrado, Cuyo trono, al de Dios aproximado, Casi la misma majestad reviste.
Yo sé que de ese corazón consiste
La dicha, de verse amado del Amado. Y aunque del bien sin fin posesionado Sé que no olvida nuestro valle triste.
Yo sé que en ese corazón resuena El ay que el mío fatigado lanza: Sé que de él baja a serenar mi pena