HAYDÉE M. GHIO
CONEFESION (Inédito)
Yo no sé más que amarme en mi amor
y gustarme en el beso que doy;
al hendirme el requiebro de mi juventud, soy un oído que ansía se haga esa voz clamor.
No te engríe que enrieden mis manos tus cabellos; lo hacen para acentuar su blancura entre ellos
y si a tus ojos llego a rendir mi mirada,
es sólo para verme en su luz espejada.
Si lloro, son ambiguos llantos de mocedad
los que inflaman al rojo vivo tu vanidad;
y si río es tan sólo por saber si mi risa
consigue reducir tu adustez a ceniza.
Soy sólo una mentira repetida en los ojos,
en la boca, en mis súbitos replieques y sonrojos, en mi espontaneidad y en mi palabra trunca. Tan hondo mi malicia se ocultó a tu confianza, que mi misma pupila abarcarla no alcanza.
¡Ni ante mis propios ojos me sinceraré nunca!
SORTILEGIO
Encontré tu recuerdo como un hombre acostado junto a mi cuerpo inquieto en la mullida cama. Tenía pálidas luces tu perfil sombreado. Tu mirada era una fría e inmóvil llama.
Fué como un hueco tibio mi pelo replegado
y el rapaz gesto antiguo se serenó en tus manos; en él tu rostro huraño se alisaba, confiado.
Por ellas la ternura nos bautizaba hermanos.
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