AMALIA PREBISCH DE PIOSSEK
El huraño paisaje
se llenó, con su andar de gracia y vida; la pastora salvaje
de ocre y verde vestida
deja la hosca comarca florecida.
Otearon el atajo
y se fueron las mozas correteando por los cerros, abajo;
fresca sombra encontrando, reposaron, al fin, el copo hilando.
El rebaño pacía...
Hilaban descuidadas las serranas... El aire nos traía
de las huertas cercanas
un olor de duraznos y manzanas...
¡Dulce paz montañesa donde se aquieta el alma voladora! Entre estos muros, presa
casi me siento ahora... Amado: ¡yo debí nacer pastora!
ARBOLES...
¡Árboles de la llanura, árboles del bosque inmenso, mensajeros extasiados del divino pensamientol
Tarcos de la tierra mía, floridos como un ensueño, tarcos gentiles y finos, esbeltos...
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