MERCEDES SAAVEDRA ZELAYA
Busqué en la pradera
el sitio más fértil
y sembré mis flores...
Eran rosas rosas y jazmines blancos, claveles de fuego, madreselvas, mirtos... El nenúfar raro y el tulipán negro crecían, llenando el ambiente
de aromas dulcísimos...
El Ibis sagrado paseábase ufano,
y en los arco iris de su pluma, ardía la luz victoriosa del divino Ganges...
¡Madre, qué tristeza grande! Un día, el venenoso
viento de la inquina
asoló mis flores...
¡y fué un camposanto
de pobres despojos!
Las rosas morían sobre los claveles,
y las agonías del mirto mezclábanse
al adiós supremo del blanco nenúfar. El tulipán negro tronchado yacía,
y el sagrado pájaro nadaba en el lago de su propia sangre...
¡Madre, qué tristeza grande!
El odio de todos asoló mis flores,
y es un camposanto de rojos despojos. ¡Madre, yo estoy triste y vengo, de lejos. buscándote a ti!
403