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IV

Al palacio de un rèy llegó la dea,
sólo divina en el mirar sereno,
ocultando su forma gigantea
de joven talle y de redondo seno,
trocado el manto azul por burda lana,
como sierva propicia a la tarea
de humilde oficio con que el pan se gana.


De Keleos la esposa venerable,
que daba al hijo en su vejez nacido,
a Demofon, un pecho miserable,
la reina de los bucles de ceniza,
del niño bien amado
a Demeter tomó para nodriza.