triunfante, volviendo la vista en las horas de conflicto á las imágenes respetadas de los antepasados que conservó el arte ó perpetua la tradicion.
Quien, en los momentos de fragilidad, en las indecisiones de la conciencia, no ha hallado el buen camino á la luz de la mirada de su padre, aun arrojada desde la región de la muerte? Nos retraemos de una acción que nos reprobaría desde su tumba aquel á quien hemos amado y respetado en vida.
Y como el ciudadano es un hombre, y el pueblo es la colección de las familias, y la patria el hogar de una sociedad entera; ese mismo poder morijerador que ejerce sobre el individuo el recuerdo de sus antecesores, se ejerce también sobre las naciones por la memoria de los varones eminentes que son sus gloriosos progenitores.
El viento de nuestras querellas ha llevado en pedazos á nuestros viejos próceres. Es preciso buscar la huella de sus pasos en los caminos del destierro, en el pavimento de las cárceles, en la sombra triste á donde les confinó la injusticia ajena ó los propios desengaños.
Es necesario lavar de sobre ellos las manchas de lodo con que les salpicó el carro revolucionario, reparar sus mutilaciones, colocarles en dignos pedestales, á fin de que la juventud les venere y se