- Bajo sus ramas se esconde
- Un rancho de paja y barro,
- Mansion pacifica donde
- Fuma un viejo su cigarro.
Balcarce tiene muchos puntos de contacto y de similitud con Adolfo Berro, esa otra esperanza arrebatada en flor al Parnaso de la opuesta orilla del Plata. Pero lo que mas les asemeja es el buen rumbo en que ambos se habían colocado al comenzar sus escursiones literarias. Uno y otro habían hecho un estudio esmerado de los recursos del idioma en que debían espresar sus pensamientos. Leían en los antiguos; se inspiraban en una de las eternas fuentes de toda poesía, en la Biblia; y eran orijinales, procediendo con los elementos patrios, como los maestros habían procedido con los que les fueron familiares. La inspiración sola no basta para alcanzar la palma de poeta en las saciedades cultas y artificiales, se necesita la intervención del arte, sin el cual la espontaneidad misma marcha tímida como si la faltase luz y aplomo. Para los poetas hechos por la naturaleza, es para quienes justamente escribió este precepto el amigo de los Pisones: Sapere est principium et fons: Y eso, que él sabia muy bien que los poetas
- Son gemís irrítabi e en estremo
- Y les hay que aspirando á ciego culto
- Hasta el consejo toman por insulto.