Aimbire ama, es verdad, á Iguazú; no quiere vivir un momento mas que ella; pero deseamos conocer como se espresaría ese amor en el lenguage del desierto adornado con las imájenes sujeridas á la pasion por los torrentes y las selvas.
El chileno Oña, que hemos citado al principio, no solo salpica su poema con escenas amorosas, sino que interesa con ellas el alma y los sentidos, pintando al desnudo las gracias sin atavio de Fresia, jugueteando con su amante en las aguas corrientes de Arauco sombreadas de enredaderas y propicias al misterio.
La belleza airada y celosa de Moema forma uno de los episodios que salvarán del olvido el poema épico de la Conquista de Bahia, escrito por un fraile Agustino.
Las relaciones misticas entre el saibá y la doncella son de un efecto esquisito; pero el amor humano se compone, según la espresion de un poeta, no solo de «los delirios del alma sino también de los estremecimientos de la carne.»
Por que condenar á la india brasilica al conocido destino de Atala? Acaso no santifica la relijion los apetitos lejitímos que la naturaleza pone en nuestras entrañas? Hay ausencia completa de la muger en el poema del Sr. Magalháes. Iguazú es