advertir que por los años de 1658, en que se notó aquella mudanza, Muley Mohamed había cambiado ya de condición para con todos, por consecuencia del vicio de la embriaguez á que se entregó de tal suerte, que apenas volvió á estar en su juicio el resto de su reinado. Ocurrieron al propio tiempo algunos casos de conversiones de moros y otros de fugas de cautivos, y no fué menester más para que el monarca moro comenzase á perseguir con violencia á los religiosos españoles, aconsejado, según se supone, de un esclavo protestante que tenía. Fueron aquellos años de grande esterilidad en Marruecos: hambres, desórdenes, tiranías, asesinatos continuos revolvieron ó escandalizaron el imperio. Muley Mohamed Xeque era ya aborrecido por las torpezas á que empezaba á entregarse, y sobre todo, por su amor al vino, prohibido por la ley alcoránica. Suscitáronsele nuevas perturbaciones, y entre otras, una muy grave en Tetuán, que se alzó contra él con todo su algarbe ó comarca. Llegaron á punto las cosas que Muley-Xeque se resolvió á marchar contra los rebeldes. Allí le esperaba un fin no más dichoso que el que sus predecesores habían por lo común alcanzado, porque habiendo sentado sus tiendas en los despoblados que median entre Tetuán y Alcázar, y habiéndose quedado solo y ebrio como solía en un lugar apartado del campo, le encontraron por azar unos naturales y, conociéndole, le mataron arrojándole sobre la cabeza una peña. «En los instrumentos de los misioneros, dice el P. Fr. Francisco de San Juan del Puerto, sólo se dice que murió y el tiempo, pero no las circunstancias, de donde me moví para preguntarlas á algunos moros, hombres de mejores noticias, y unos me han informado de las que
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