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HISTORIA DE MARRUECOS

emprendiendo una marcha política que ha solido desconcertar á los diplomáticos europeos, y que sus mayores adversarios han tenido que calificar de hábil en ocasiones. Comprendió el africano que el interés de la Inglaterra obligaba á aquella potencia á simpatizar con sus propósitos, y redobló para con ella sus atenciones, estrechando la alianza que desde los tiempos de su tío venía establecida entre el mexuar de Marruecos y el gabinete de San James. Afectando luego una neutralidad estricta entre los franceses y los argelinos, abrió paso por sus Estados á las armas y municiones que desde Gibraltar venían para éstos, y no escaseó por su parte ningún género de auxilios para que los ejércitos franceses fueran destruidos en los desiertos donde se hallaban empeñados. La infatigable energía de Abd-el-Kader y sus hazañas, harto encarecidas por la fama y el fanatismo de los naturales, debieron mantenerle por algún tiempo en la esperanza de que al fin los invasores del suelo de África serían aniquilados por los argelinos sin necesidad de que él, manifestando claramente sus simpatías, se expusiese á los azares de la guerra. Pero los recursos inmensos de la Hacienda y de la Marina francesa y la constancia de sus ejércitos, desconcertaron completamente tales esperanzas. Abd-el-Kader, después de haber disputado palmo á palmo el territorio de la antigua regencia, llegó á la frontera de Marruecos, al SO. de Tremecen, en los primeros días de 1844, sin soldados ni recursos con que más sostener la guerra. Había pasado, pues, el tiempo de esperar y mostrarse indiferente; era preciso lanzarse claramente á la contienda, y en Muley-Abderrahman no se sintió punto de irresolución, llegado el trance. No falta