de sus liviandades, se alzaron contra él los moradores de Fez, y ó bien le mataron, que parece lo más probable, ó bien, como el Cartas asegura, murió él de pesadumbre la noche misma en que por los amotinados fué arrojado del barrio de Cairowan, que era el principal de la ciudad, el nombrado del Andaluz, por ser residencia de muchas familias moras desterradas del califazgo de Córdoba. Este Yahya estaba casado con la hija de Alí, que era hijo de aquel Omar cuya fidelidad y valor había salvado á su hermano Mohammed de la furiosa ingratitud de otros hermanos. Viendo muerto al marido, Ateca, que así se llamaba, envió á llamar á su padre, el cual, pronto en la ocasión, acudió con numerosa hueste, y vencidos los rebeldes, ocupó el trono. Pero Alí no lo disfrutó por mucho tiempo. Un árabe, natural de Huesca, en España, por nombre Abderrazzac, se alzó contra él y lo venció en campo. Entró el usurpador en Fez, y se posesionó del barrio del Andaluz; pero los del vecino, de Cairowan, cerraron sus puertas, y lejos de reconocerle por soberano, llamaron para que ocupase el trono á Yahya, hijo de Alcasim, aquel mal hermano que murió en penitencia por haberse levantado contra Mohammed, hijo de Idris II y tercer príncipe de la dinastía. Este Yahya, que debe nombrarse el tercero, murió en una rebelión de sus vasallos, y entonces vino al imperio y gobierno de Fez otro Yahya, primo del anterior, como que era hijo de Omar y hermano de Alí, el cual fué, al decir de las historias, el más poderoso y de mejor fama, el poseedor de mayores Estados, y más recto y generoso de los idrisitas; doctor en Ciencias, gran observador de los preceptos del Profeta, dotado de elocuencia y claridad en la palabra, de intrepidez y fir-
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