éste tan esforzado, que postró por su mano á seis de los contrarios. Pero Yusuf no pudo loarse con la victoria, porque habiendo recibido una herida grave en el combate, murió de ella, no muchos días después, en las cercanías de las Algeciras. Así refiere este hecho el Cartas, y así lo describen también las historias portuguesas[1], diciendo que «casi sin levantar la espada, con mirarlos (á los sarracenos), fueran vistos desamparar los cuarteles, y desamparados de sus propios corazones correr por la campaña sin orden, con miedo, huyendo». Reinaba á la sazón en Portugal D. Alfonso I, con noventa años de edad, según se supone.
Sucedió al muerto Yusuf su hijo Abu-Yusuf-Yacub, apellidado el Vencedor por sus muchas victorias contra los cristianos, entre las cuales fué la principal aquella tan nombrada de Alarcos, en donde perdió Alfonso VIII la flor de sus caballeros y soldados. Los historiadores árabes aseguran que Abu-Yusuf vino esta vez á España estimulado por una carta que desde Algeciras le envió á África el rey Alfonso, y decía de esta manera: «Príncipe muslín: Si por ventura no puedes ó no quieres dejar esas tierras y venir á estas playas á verte conmigo en el campo, envíame navios bastantes en que yo pase allá con mis guerreros, y lograrásete el gusto de que lidiemos como mejor te cuadre, y sea á condición de que el vencido se ponga con los de su nación debajo de la ley del vencedor». Si esto fué así, caro pagó su reto el rey castellano. Luego murió Yusuf y le sucedió su hijo Mohammed-Annasir, á quien nuestros cronistas apellidan Mohamad el Verde. Quiso éste
- ↑ Véase Faria y Souza, Epítome de las historias portuguesas.