Si no es el joven ignorante ó necio
cómo le enseñarás filosofía,
y la experimental anatomía,
y aun la religión misma sin que sepa
cuánto puede saber sin ver mis artes?
las noticias que ¡oh Historia! nos repartes,
¿son todas para ejemplo? Aquel que lea
cuántos hombres mataba en la pelea
Aquiles, el del yelmo empenachado,
¿por ventura á lo mismo está obligado?
y el que estudia la infiel Mitología,
no aprende la falsa religión impia?
¿Quién cerrará los inocentes ojos
del niño cuando mire por las calles
los perros que se ligan? Verá siempre
mullir un mismo tálamo á sus padres
y siempre obrdrá en él naturaleza.
Mas ¿qué?, ¿llegó á tanto la vileza
que e propagar la especie fué afrentoso
comercio? y es preciso y es gustoso;
¡cuánto mejor que el pernicioso naipe
no se haga oculto y no dará vergüenza!
No hay bien alguno que en el mundo venza
el bien de gozar uno su querida;
por eso cosa no hay más perseguida
de la envidia de esotros: y el recelo
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FERNÁNDEZ DE MORATIN