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FERNÁNDEZ DE MORATIN

que, reventando por salir, comprueba
ser venenoso estando detenido,
según el docto Hipócrates decía.
Un hombre en tal afán constituído,
más que otra cosa á la piedad conmueve;
predicarle templanza no se debe,
por ser inútil, ¿dónde, pues, iría?
Aun cuando fuese justo que invadiese
las mujeres honradas, ¿hallaría
quien su gula carnal satisfaciese
¿Y habrá caritativa providencia
mejor que el encontrar una muchacha?
que á su gusto le dé pronta licencia,
sin costarle millaras de pisadas,
postes, suspiros, lágrimas, ternezas,
escrúpulos, regalos y paseos,
estar al tocador todos los días
y la noche pasarla en galanteos,
y rematar por fin de estas porfías
con que su honor les pone impedimento,
ó en que no hay ocasión, después que el otro
su gusto ya logró mil veces ciento,
y todo á costa nada más que un poco
de dinero, vil precio á tanto gusto?
No sé por cierto cómo hay quien no deje
de galantear al modo quijotesco,