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FERNÁNDEZ DE MORATIN

ni tienen que afrentarse de su vicio:
el derramar la orina, el mismo oficio
viene á ser casi y con la propia cosa
y á nadie afrenta acción que es tan forzosa;
y esotro, ser en público debiera,
si el mundo como yo inocente fuera
y la modestia, al fin, no lo extrañara.
El Diógenes filósofo de rara
penetración, así pensó prudente,
mil veces la linterna reluciente
arrimó á un lado con que de día un hombre
buscaba y no le halló entre tanta gente;
y á la primer muchacha que encontraba,
cou franca y muy marcial filosofía
en medio de una plaza la tendía,
y soltando los anchos zaraguillos
se alzó las respetables sopalandas
y sin gastar respuestas ni demandas,
con experimental filosofía,
si activa ó si pasiva concurría
á la generación la hembra, quiso
indagar; mas turbóse de improviso,
viniéndole temblores y esperezos;
y al darla ansioso desdentados besos,
las blancas barbas de babazas llenas,
ni aun la dejaban respirar apenas,