¡oh Belica! tu gracia y tu belleza;
miente la fama que á decir empieza
que es tu amor sabrosísimo homicida;
no es sino capaz de infundir vida.
Las putas mienten con decir que matas,
Dios guarde al que bien sabe que es mentira.
Por desacreditarte y comer ellas
tal voz esparcen; más tus carnes bellas,
el alto empeine y su penacho bello
de negro pelo y tu mimado alhago
embelesa al que logra merecello.
No lo logró el presbítero taimado
por más que hizo; rabió de envidia y celos.
te acusó de un delito impune en otras
y por tu gran presencia, á la Galera
el baldón le mudó de horrible en fiera,
donde, aunque allí mil fueron sentenciados,
fueran muchos, más pocos los forzados.
Bien sé yo, aunque eres puta, tus virtudes;
que bien cabe virtud en una puta;
y así no querrás tú que haga injusticia
con mi silencio á la Poneta-y-Pona
que por treinta dineros á un viejo
le entretiene con blanda y dulce risa,
con genio juguetón, chiste y gracejo,
que en esto se parece á mi Dorisa.
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FERNÁNDEZ DE MORATIN