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FERNÁNDEZ DE MORATIN

de agua fría, á lo más le es permitido
para poder fingirse el generoso,
convidando con él por la mañana
cuando ya se apodera la galvana
de los cansados miembros, y la sombra
desciende á nuestros Indios despeñada.
Entonces, los cerebros calentados
con el licor de Baco, en cien botellas
diferentes bebido, ya no cuidan
de sus parejas muchos ricos viejos
agobiados del sueño y el catarro.
Muestre entonces el diestro su desgarro
y embracílese al punto con la moza
y no la deje hasta saber su casa;
y esto lo observe en todas ocasiones
pues de no hacerlo, á chascos mil te expones
no sabiendo las casas y guaridas
y se da el golpe en vago, indigna afrenta
del putañero que leyó mis versos.
Y también que concurras me contenta
á ver á Clemesón por un alhambre,
como por la calle Ancha ó el Camino
de Aranjuez, pasear (¡cosa admirable!)
y á ver los brincos por los aires vanos
que dan los volatines valencianos.
Pero, ¿cuál verso habrá que cantar pueda