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de Sherlock Holmes

Eso es. El esposo de usted en todo lo que usted pudo ver, tenía puestas sus ropas?

—Pero no tenía cuello ni corbata: vi perfectamente claro su cuello desnudo.

—Había hablado alguna vez del callejón Swandan?

—Nunca.

—Le notó usted alguna vez señales de que hubiera fumado opio?

—Nunca.

—Gracias, señora Saint Clair. Esos son los prin cipales puntos acerca de los cuales quería yo estar absolutamente cierto. Ahora vamos mi amigo y yo á comer algo, y enseguida á retirarnos, pues mañana podemos tener un día muy ocupado.

Habían puesto á nuestra disposición un dormitorio espacioso y cómodo, con dos camas, y pronto me hallé entre las sábanas, pues estabarendido de cansancio después de mi noche de aventuras. Sherloch Holmes era hombre de pasar, cuando tenía en la mente un problema para resolver, días y hasta una semana sin descansar, volviéndolo y revolviéndolo, reconstruyendo los hechos, mirándolos desde todos los puntos de vista, hasta haberlo resuelto ó haberse convencido de que sus datos eran insuficientes.

Pronto ví que se preparaba para una noche entera en vela. Se quitó el saco y el chaleco, se puso una amplia bata azul, y luego fué de un lado á otro del cuarto, reuniendo almohadas de