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Aventuras

Eso es muy natural. A propósito: lo que es el ganso, nos hemos visto obligados á comerlo.

—1A comerlo!

You k Nuestro visitante se levantó de la silla, tal era su agitación.

—Si: de nada habría servido á nadia el que no lo hiciéramos, Pero supongo que ese otro ganso que ve usted en el aparador, el cual es más ó menos del mismo peso y está perfectamente fresco, serviria á usted lo mismo?

—Oh! Ciertamente, ciertamentel—contestó el señor Baker, con un suspiro de alivio.

—Por supuesto que del otro hemos guardado las plumas, las patas, el buche, y los demás restos, de modo que si usted los desea...

El hombre soltó una alegre carcajada.

—Podrían servirme—dijo—de rect erdos de mi aventura; pero fuera de eso, dific Imente veo los servicios que podrían prestarme los dispecta membra de mi último amigo volátil. No, señor:

creo que, con el permiso de usted, voy a dedicar mis cuidados á la excelente ave que veo en ese aparador.

Sherlock Holmes me dirigió una rápida mirada, encogiéndose de hombros.

Rahof —Entonces, aquí tiene usted su sombrero y allí el ganso—dijo;—y, á propósito podría usted decirme dónde compró el otro? Yo soy bastante aficionado á las aves de mesa, y pocas veces he visto un ganso tan bien mantenido.

—Con mucho gusto, señor—contestó Baker,