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Aventuras

de la boca el color del humo que despide una pistola al hacer el disparo. Nuestros pasos resonaban secos y ruidosos al atravesar el barrio de los médicos, la calle Wimpole, la calle Herley, y así hasta pasar por la calle Wigmore á la de Oxford. Al cabo de un cuarto de hora estuvimos en Bloomhbury, en la taberna «Alfa», un pequeño establecimiento de bebidas situado en la esquina de una de las calles que desembocan en Holborn. Holmes empujó la puerta del saloncito reservado, y pidió dos vasos de cerveza al propietario, hombre de toscas facciones, con delantal blanco.


—La cerveza de usted sería excelente si fuera tan buena como sus gansos—le dijo después.

—Mis gansos!

El hombre parecía sorprendido.

—Si. Hace media hora he estado con versando con el señor Enrique Baker, miembro de la «sociedad del ganso.» —¡Oh, si! Comprendo; pero, vea usted, señor, esos no son nuestros gansos.

—¡Hola! ¿De quién, entonces?

—Las dos docenas las compré, en un puesto de Covent Garden.

En Covent Garden! Conozco alli á varios de los vendedores de aves. ¿Cuál fué?

BAAD

—Se llama Breckinridge.

—¡Ah! A ese no le conozco. Bueno, á la salud de usted, y por la prosperidad de su casa. Buenas noches.