Página:Aventuras de Sherlock Holmes - Tomo I (1909).pdf/26

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
24
Aventuras

gritó al cochero que le esperara, y pasó por junto á la criada que le abrió la puerta, con la manera de quien está en su casa.

Tardó adentro como media hora, durante la cual pude verle á ratos, por las ventanas de la sala, paseándose de un lado á otro, hablando con sobreexcitación y moviendo los brazos. A ella no la ví. De repente salió el hombre, con la apariencia de tener más prisa aún. Al dirigirse al coche sacó del bolsillo un reloj de oro y lo miró atentamente: «¡Corre como el diablo!—gritó.—Primero á la casa Gross y Hankey, en la calle del Regente, y luego á la iglesia de Santa Mónica, que está en la avenida Edgware. ¡Media guinea si lo haces en veinte minutos!»

Partió el coche á escape, y estaba yo preguntándome todavía si no haría bien en seguirlo, cuando bajó por el callejón un pequeño landó muy bonito, guiado por un cochero que apenas se había abotonado á medias y tenía la corbata junto á las orejas: en los arneses, no había una hebilla ajustada. No bien se había detenido el carruaje, salió ella del vestíbulo, como un rayo, y entró en el landó. Sólo pude verla un segundo, pero lo suficiente para ver que era una mujer adorable, con una cara por la cual podría morir un hombre.

—¡La iglesia de Santa Mónica! ¡Juan—gritó,—y medio soberano si llega usted en veinte minutos!

—Aquello era demasiado bueno para perder-