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Aves sin nido
saltó en la jaula el ave gemidora,
y mozas y criados,
«¡al ladrón! ¡al ladrón!», despavoridos
gritaron despertándose del sueño,
y sordos á los ruegos y gemidos
feroces maltrataron al pequeño.
IX
Agonizaba Yanko; en su agonía
febril y estertoroso repetía:
—Madre, la selva canta,
y canta el bosque, y canta la llanura,
y el roble que á las nubes se levanta,
y la flor que se dobla en la espesura,
y las alondras al tender el vuelo,
y las hierbas al borde del barranco.
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