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Aves sin nido
que, á deciros verdad, se me figura
que casi comprendí lo que era el cielo.
¡Breves fueron mis cándidos amores!
¡Breve mi dicha fuél ¡Breve mi calma!
Al saber la traición de los traidores,
yo sentí del infierno los horrores
dentro del corazón, dentro del alma.
Á mi rival deshice á machetazos,
y antes de herir à la mujer que impía
rompió de amor los bendecidos lazos.....,
el arma se detuvo, que en los brazos
de la mujer culpable sonreía
el pequeñuelo débil é inocente;
y..... no quise manchar su limpia frente,
no quise arrebatarle su cariño,
y, de pueril ternura en necio alarde,
por no dejar sin madre al pobre niño,
¡á la infiel perdoné cual un cobarde!