en las concavidades de aquel cerebro martilleos de cíclope, himnos al son de tímpanos sonoros, fanfarrias bárbaras, risas cristalinas, gorjeos de pájaros, batir de alas y estallar de besos, todo como en ritmos locos y revueltos. Y los colores agrupados, estaban como pétalos de capullos distintos confundidos en una bandeja, o como la endiablada mezcla de tintas que llena la paleta de un pintor...
VII
Primavera. Ya las azucenas floridas y llenas de miel han abierto sus
cálices pálidos bajo el oro del sol. Ya los gorriones tornasolados, esos
amantes acariciadores, adulan a las rosas frescas, esas opulentas y
purpuradas emperatrices; ya el jazmín, flor sencilla, tachona los
tupidos ramajes como una blanca estrella sobre un cielo verde. Ya las
damas elegantes visten sus trajes claros, dando al olvido las pieles y
los abrigos invernales.
Y mientras el sol se pone, sonrosando las nieves con una claridad suave, junto a los árboles de la Alameda que lucen sus cumbres resplandecientes, su esbeltez solemne y sus hojas nuevas, en un polvo de
luz, bulle un enjambre humano, en