Ir al contenido

Página:Biblioteca de Autores Españoles (Vol. 32).djvu/25

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
xix
DE DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA Y CRISTOBAL DE CASTILLEJO.

DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA.

Don Diego Hurtado de Mendoza es la gran figura histórica de la España del siglo de Cárlos V. La vida y el elogio que escribo de tan insigne autor á su tiempo verá la luz pública. En este lugar solo me cumple decir de Don Diego Hurtado de Mendoza como poeta lírico.

Dos ingenios se pueden considerar en autor tan insigne uno el amigo de Boscan y Garcilaso, el imitador de su escuela, el que la autorizó con la importancia de su persona y nombre; otro el que siguió el estilo de las antiguas coplas castellanas.

Como lo primero es Don Diego, si bien feliz en las imitaciones de griegos, latinos é italianos, duro en los versos, sin nervio en el decir y sin dar un colorido brillante á los rasgos de su imaginacion; como lo segundo, es Don Diego uno de los trovadores castellanos mas ingeniosos y cultos. Sus coplas amorosas están llenas de delicados pensamientos, y seguramente Don Diego aventaja á los que le precedieron en revestir de sencillas y elegantes formas los afectos del alma. «¿Qué cosa aventaja á una redondilla de Don Diego Hurtado de Mendoza?» exclamaba Lope de Vega.


CRISTOBAL DE CASTILLEJO.

Cárlos V, para perseguir los escritos que no estaban conformes con su manera de pensar en asuntos, así religiosos como políticos, mandó á la universidad de Lovayna que formase un catálogo ó indice exacto de todos los libros heréticos y de aquellos que contuviesen doctrinas sospechosas de herejía, á fin de saber cuáles deberian ser tenidos por dignos de prohibicion y de fuego. Desde entonces la inquisicion de España adoptó el catálogo de la universidad é hizo de él muchas ediciones, aumentándolo de tiempo en tiempo.

Las obras de los mejores ingenios de la nacion española se vieron prohibidas. Bartolomé de Torres Naharro, eclesiástico que habia morado algunos años en Roma, imprimió en Italia, con el título de Propaladia, una coleccion de sus sátiras y comedias. Sobre todas cayeron los anatemas de la Inquisicion para afligir con ellos á cuantos se ocupasen en su lectura. Con la misma libertad que Nicolás Machiavelo, el famoso secretario de la república florentina, escribió su comedia la Mandrágola en detestacion y afrenta de los desórdenes que manchaban las costumbres de los religiosos de su siglo, Torres Naharro esparció en sus obras dramáticas mil pensamientos agudos para castigar con su sátira a los que, en vez de ser espejo de los seglares por la sinceridad de vida, servian de escándalo á la virtud y de torpe ejemplo á los vicios.

Los ingenios españoles obedecian aquella secreta voz que à principios del siglo xvi hacia despertar los entendimientos contra el poder de los eclesiásticos y contra los yerros ó crímenes que cometian; aquella voz que en Francia animaba á Francisco Rabelais, à Clemente Marot y á Buenaventura Desperiers, validos de la discreta princesa Margarita de Navarra, y en la florida Italia al docto Machiavelo y al rico en malicias y agudezas de decir Pedro Aretino.

Cristóbal de Castillejo, poeta muy semejante á este festivo hijo de las musas italianas, compuso en fáciles versos castellanos un Sermon de amores, donde incluia á los eclesiásticos de su tiempo entre los llagados de la violenta pasion que sepultó á Safo en los abismos del mar de Leucades, que postró á Hércules á los piés de Deyanira y que abrasó los muros de la soberbia Troya en justa venganza de la ofendida Grecia.

Tambien en un Diálogo de las condiciones de las mujeres describió con satirico pincel el