orden en las ideas referentes al movimiento de los planetas, demostrando que describen órbitas elípticas, uno de cuyos focos ocupa el Sol; que el radio vector de cada una barre en el espacio áreas iguales en tiempos iguales, y que los cubos de sus semiejes mayores son proporcionales a los cuadrados de los tiempos invertidos en sus respectivas revoluciones. Pero se trataba de afirmaciones puramente empíricas, deducidas discutiendo las observaciones de su maestro Tycho-Brahe.
Newton, utilizando la Dinámica construida sobre los postulados de que me ocupé en el capítulo primero de este libro, y aceptando la existencia de una fuerza atractiva entre cada dos cuerpos, que se de fine por la ley fundamental que lleva su nombre,
A.
a dr ra (1 creó la Mecánica celeste, coordinando en apretado haz el conjunto de los hechos dispersos que la observación había denunciado. Así, es perfectamente justo decir que Newton dió una explicación de los fenómenos gravitatorios, aunque no se trate de haber inventado un mecanismo de funcionamiento evidente capaz de reproducir los fenómenos naturales. Agregaré que tampoco se trata de una explicación que deje nuestro espíritu plenamente satisfecho, según luego haré resaltar.
FUNDACIÓN
| JUANELO
SÍ] TURRIANO
