fórmula importante que traduce la tercera ley de Kepler y que he de utilizar más adelante.
Antes de abandonar este bosquejo de la teoría clásica del movimiento de un planeta alrededor del Sol, es interesante notar que el exponente 2 con que figura r en (35,1) es esencial para que la órbita sea elíptica con el Sol en un foco. Si se adopta para él cualquier otro número, m, la trayectoria no será cerrada, alejándose tanto más de la forma elíptica cuanto mayor la diferencia (n— 2). Si es pequeña, cabe interpretar la órbita como una elipse que gira en su propio plano: en el mismo sentido que el movimiento del planeta (fig. 18) cuando n—2>0, y en sentido opuesto si n—2< 0,
36. Pero el caso que acabamos de considerar, en el cual se supone un solo planeta sometido a la atracción solar, no responde a la realidad. Existen los demás planetas que actúan también sobre el primero, y aunque estas acciones son, ciertamente, muy pequeñas, distan mucho de ser despreciables. La ventaja de su escasa magnitud consiste en la posibilidad de interpretar la verdadera trayectoria del planeta como una elipse cuya forma y posición en el espacio, en vez de permanecer invariables, se alteran, bien
Fig. 18
== FUNDACIÓN = sh) JUANELO ASÍ TURRIANO
