carse fuera de ella. Ciertamente, en el caso de que vengo ocupándome no se planteó el dilema en ningún momento, porque estos fenómenos fueron conocidos y estudiados cuando la simple observación del mundo estelar y la confirmación directa del achatamiento polar habían puesto fuera de discusión el movimiento diurno de la Tierra. Tal circunstancia hacía que, propiamente, el experimento de Foucault y sus análogos tuviesen el sencillo valor de una prueba de la justeza de los postulados de Newton; pero el culto que la Mecánica merecía por entonces llevó a considerarlos mejor como un argumento más en pro de la rotación de la Tierra.
48., Precisamente esta equivalencia entre un campo de fuerzas y un movimiento atelerado es lo que constituye la esencia del principio de relatividad sin restricciones. El movimiento absoluto escapa a nuestra percepción, no en el sentido de que ningún fenómeno a nuestro alcance encuentre su origen en él, sino porque es atribuíble con igual derecho a un campo de fuerzas. Estas reemplazan, según ya dije, a los términos de inercia, y por ende tienen un carácter general bien señalado, son proporcionales a la masa de los cuerpos sobre que actúan.
Es de notar que la acción de los campos reales, engendrados por agentes físicos definidos, como el eléctrico y magnético, se miden por el producto de dos factores: uno que define al campo en el lugar
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