cuanto que es exigible a las nuevas teorías el admitir las concepciones clásicas como casos límites. De otro modo sería imposible comprender la eficacia de estas últimas para la inmensa mayoría de los fenómenos estudiados hasta fines del pasado siglo.
También dije que este análisis es la obra de Einstein, quien señaló en el grupo de Galileo los dos postulados que representan la noción del cuerpo rígido y la independencia absoluta del espacio y el tiempo. Einstein renuncia a estos postulados; prescinde de una noción concreta del espacio y el tiempo como elementos básicos de nuestro conocimiento del mundo exterior; afirma la imposibilidad de reconocer si nos hallamos en reposo absoluto o dotados de una velocidad constante en magnitud y dirección, sea cual fuere la naturaleza del fenómeno físico que se ponga a contribución para este fin. Y parte de esta afirmación expresa de nuestra incapacidad: del valor relativo de nuestro conocimiento desde este punto de vista, para elaborar una nueva noción del cuerpo sólido y del tiempo que sea compatible con tal postulado.
Concretamente, en presencia del problema planteado, Einstein se limitó a aceptar de un modo explícito como hechos indudables los resultados directos de la experiencia, de cuyo valor, en cambio, se mostraron tan propicios a dudar los técnicos, por lo demás, defensores intransigentes del método experi-