Página:Breve Descripción de la Noble Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.pdf/32

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
—24—

haber sido milagros, menos lo niego, y los reputo en el órden de sucesos muy peregrinos. No era fácil huir la muerte, en este caso en que fué el estrago tan súbito, tan repentino y simultáneo, ò concominante al primer ìmpetu y movimiento del suelo: así, no admira que muchas personas hubiesen fenecido oprimidas de los fragmentos. Ignórase, á punto fijo, el número de todas: solo se sabe que fuéron muchas. No es corto el de los que, notada su falta, no pudieron estraerse sus cadáveres; porque, sepultados, los descubrieron enteramente las ruinas: de éstos fuéron Fr. Francisco Zepeda, Religioso lego de los Misioneros de N. P. S. Francisco: Fr. Manuel de Sta. Catarina, donado de nuestra Orden: las Beatas Micaela Medrano de Sta. Rosa y Dorotea de las Indias: un índio que trabajaba en nuestra Iglesia y cinco que estaban en el zagüan de una casa inmediata á la Candelaria. De los que entre ellos descubrian alguna parte, se enumeráron (sin los heridos y los que fallecieron en los pueblos contornos) ciento veintitres. Y para dar á éstos eclesiástica sepultura, no siendo posible hacerlo en los templos, porque ni sus ruinas permitian la entrada, ni los cadáveres, por su corrupcion, la demora; el Muy Ilustre Sr. Presidente nombró varias personas seglares y otras eclesiásticas, el Ilmo. Sr. Arzobispo, para que, asociadas unas de otras y repartidas por todos los lugares de la Ciudad, buscúsen los cuerpos difuntos; y precediendo la bendicion del lugar en que los hallásen y algunas preces por el eclesiástico, procediese á la humacion de ellos el secular. Fué esta providencia, no solo un efecto de la piedad cristiana, sino precaucion que se consideró muy oportuna, para evitar mayor daño; porque percibiendo el olfato la molesta fetidez que exhalaban los cadáveres, se temiò que infestados de su corrupcion los aires, pasáse el contajio à los vivientes. Las que se dieron para alivio y conservacion de los vivos, que quedàron zozobrando entre las olas de un mar proceloso de congojas y amarguras, fueron igualmente oportunas y eficaces.