quila, aunque portentosa del pianista, que no habia podido conquistar a los rebeldes oidos de la gorda, le rebatian diciéndole:... ¿pero, mamá?, esto es un encanto...; si este hombre es un magico... mamá...
Pero la señora, firme en sus trece, y al verse ya casi vencida... contestó:
— Es cierto que este señor toca muy bien, pero... ¡cuándo ha de tener el compás de Espinosa!
¡Oh! qué noches inolvidablés aquéllas! y solo parecidas a las que dos años después pasamos, también en eso mismo teatro, viendo y oyendo a la trágica Adelaida Ristori, artista de alto coturno y de inolvidable recuerdo, que hacia llorar o reir a su voluntad, en la interpretación de la tragedia, o en el drama de Sor Teresa. La sublime artista tuvo su digno intérprete en la prensa, en los articulos de La Nación Argentina, escritos por el notable periodista y literato, don José Maria Gutiérrez.