el dia de su santo, la condesa de Torre-Secres (no estoy seguro de este nombre), peregrina hermosura limeña, entusiasmo con su belleza a nuestro joven poeta, porque, como es sabido, una limeña tira más con una sola hebra de su cabello, que una yunta de bueyes una carreta cargada, perdonando la mala comparación, como dicen politica y humildemente nuestros criollos paisanos. Vamos al cuento.
En cierta oeasión, mi buena madre fué a visitar a la señora doña Dolores Cárdenas de la Vega; ésta, la recibié diciéndole: Tengo en la mano, misia Manuela, como efectivamente tenia y la mostraban, una carta de Venturita, y con ella. vienen unos versos que ha improvisado en un convite dado por una señora limeña, esposa del conde de Torres-Secres, en un dia de su santo, a todos los amigos residentes en Madrid.
La condesa era limeña y habia salido de su pais, con su esposo, cuando el ejército español se retiró de aquella capital. Antes de entrar en España quiso el conde que su esposa conociera a Paris y Londres, y que luciera, su interesante persona, porque era no solo muy linda sino muy elegante.
Establecidos estos antecedentes, se comprenderá mejor el brindis que pronuncio en su honor el citado poeta, y que yo conservo desde entonces. En el memento oportuno y poniéndose de pie dijo don Ventura:
"Amor buscando una Ninfa,
Con quien dividir su Impario,
voló al lejano hemisferio
Del opulento Perú;
A orillas del Rimac,
Dudoso gira do tú
Nacistes; amor te mira
Y fuistes la Ninfa Tú.
"Recibe, te dijo, "hermosa,"