Todas las parroquias tuvieron esta fiesta, con excepción de los jesuitas, que habian conseguido volver a su iglesia de San Ignacio, y que perdieron el favor que habian obtenido, negandose a colocar el retrato del tirano en el altar.
Aunque tenidos entre ojos, fueron soportados. ¡El tirano tuvo miedo de las beatas!
Hablando de los actos del tirano en relación a la religion, llégame la oportunidad de referir un episodio que dió mucho que reir: es el siguiente.
Es sabido que el santo protector de la ciudad de Buenos Aires es San Martin, obispo; cuya festividad, como tal, cae en 11 de noviembre.
Rozas se apercibió que el Santo era francés de nacionalidad; gaucho vivo y epigramático como lo son los de su clase, que de todo se burlaba, no podia permitir que las autoridades federales le hicieran demostraciones de culto, ni aun en el dia consagrado a su fiesta.
En consecuencia expidió un decreto (asi se me ha asegurado), mas o menos en los términos siguientes:
“Habiendo perdido el gobierno de la Confederación la confianza que tenia en el santo ¡San Martín! instituido protector de la ciudad de Buenos Aires; y en vista de no haber hecho nada, como era de su deber de buen federal, para impedir que sus paisanos nos trajeran el injusto bloqueo francés que nos han puesto, queda destituido del honroso encargo de que fué investido, por "flojo y mal federal".
Es copia.