constituyan el principal alimento de la débil razón infantil.
"Religión" y "ciencia" son antagónicas siempre que la religión dé ilusiones por verdades, siempre que afirme como infalible más allá de lo demostrable y, sobre todo, contra lo demostrado. Las concesiones hechas de absurdo suelen ser necesarias en las cosas humanas, pero no son más que transitoriamente necesarias. La verdad evoluciona, la verdad se hace, como se hace la vida, de la que la verdad es el alma.
El progreso de la religión es un progreso del sentimiento que fusiona la causa interna con la causa externa, y el progreso de la ciencia es un progreso del conocimiento de esas causas.
Por eso nuestra educación integral fomentará toda idea religiosa, todo sentimiento religioso que expanda la conciencia de la fuerza individual; que facilite la comunión de la energía interna con la energía externa; que eleve, que exalte la personalidad haciéndola más digna ante ella misma; que guíe hacia ese amor que nos procura el sentimiento más elevado de potencia; que acreciente la confianza en nosotros mismos; que al individualizarnos cada vez más, nos haga más y más universales; que despierte y avive el orgullo de vivir dignamente la vida, el orgullo de castigarnos y de recompensamos a nosotros mismos por la sola aprobación o reprobación interna; el orgullo de sentirnos causa activa en busca del ideal social o cósmico —ahora que es moda el hacer gala de