por los insectos a quienes la naturaleza atrae por medio de bellos colores, del néctar o de perfumes para que la sirvan en sus fines de amor y de germinación.
Para la imaginación del niño ese grano de polen ya es un ser, una vida, algo por cuyo destino él se interesa vivamente y preguntará, ansioso por saber qué suerte espera a ese ser minúsculo que ha vencido tantas dificultades por acercarse a lo que ama.
Podremos hablarle entonces de la unión del polen con el oosfero, de la transformación del óvulo en semilla, de la del ovario en fruto.
Está abierto el camino para explicar la reproducción en el reino animal, insistiendo siempre en la ley de amor, de sacrificio, de belleza, de expansión que encierra en sí el procrear.
Y ya con niños grandecitos, en 5o. y 6o. grado se hablará de la especie humana, del género hombre, animal vivíparo y mamífero y se estudiará en él la ley universal de la procreación.
Recurriendo a la Historia, pasarán ante los ojos infantiles, tan fácilmente desbordantes de amor y de admiración, la historia de la familia a través de la humanidad; la lucha del padre por defenderla, la de la madre por afianzarla. Y cuando de toda esta enseñanza primaria —verdadero curso de Fisiología Universal, de Higiene Humana y de Moral Práctica— haya surgido la ley de la vida en la naturaleza, rehaciéndose siempre, avanzando triunfante, gracias al trabajo eterno de la ovulación,