¿Es posible comenzar desde ya a hacer algo práctico en pro de la educación sexual?
Pregunta es esta que preocupa a todo aquel que haya consagrado atención al fundamental problema.
No basta con difundir la idea: hay que arraigarla. En efecto, las conferencias universitarias o populares, dirigidas a los padres de familia, a la juventud estudiosa, a los cónyuges futuros, prepararán el ambiente; los cursos teóricos de puericultura, maternología y estirpicultura consolidarán científicamente la idea y, sobre todo, habilitarán a futuros maestros para llenar a conciencia su profesión-sacerdocio; pero, a pesar de todos esos esfuerzos, si se hicieran, y durante años de años, la educación sexual no dejaría de ser una utopía: hay que encarnar el ideal.— ¿Cómo?
Transformando la escuela ilógica, anti-humana, actual, en escuela donde la vida tal cual es forme hombres y mujeres.
Dos son los medios a mano, de resultados indubitables: la coeducación y su complemento, la escuela-hogar.