Acercóse y ecsaminó el pálido rostro de la costurera, y lanzándole una mirada llena de hiel, le dijo:
—No: aun no estàs muerta.... tiene que vivir mucho aun.... mi amor y mi venganza lo ecsigen.
Necesito tu vida, linda y orgullosa niña.
D. Blas salió à la calle.
A ese tiempo Camila volvia en sí. Asi que abrió sus ojos se incorporo sobre su cama, y se dirigió con inseguro paso á la sala apoyándose con las manos en las paredes del patio.
Llegó con trabajo á la sala, y......
No es nuestra pluma para describir lo que pasó por su alma, en el momento de pisar el umbral.
El padre Anselmo y la sirvienta, parados sobre la cuja sostenian el cadáver de Dª. Marta.
Mercedes le vestia con el trage que debia llevar al sepulcro.
La desventurada Camila, lanzó un grito, y cayó nuevamente rodando por el suelo.
El padre Anselmo, saltó de la cuja y ayudado de Mercedes que le imitó, la alzó en sus brazos y la condujo al carruage de esta, que dió órden á su cochero para que la condujera á su casa, con las mayores recomendaciones á sus sirvientas .
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Poco despues se presentaba Cárlos, en la casa mortuoria. Su frente estaba vendada por un pañuelo.